Lección de juego limpio entre niños

No es común un gesto así en el fútbol. Ocurrió en un torneo de alevines de Iruagi (Azpeitia y Azkoitia), en donde la competitividad se entiende desde el respeto. El Sevilla y el Español disputaban la final y ganaron los andaluces en la tanda de penaltis después de un partido vibrante y muchos goles (4-4). Pero, sorpresa, la organización entrega el trofeo de campeón a los blanquiazules porque así lo desea Ernesto Chao, entrenador sevillista: "El encuentro había sido precioso y entendí que el Español, que era un año menor que nosotros, había sido capaz de plantarnos cara. Se lo merecían", explicó. Dicho y hecho, la copa se fue para Barcelona. "No quisimos recogerlo y dárselo como regalo. Queríamos que subieran ellos a buscarlo".
Efectivamente, los chicos del Español eran menores y recibieron una lección de deportividad única. "Llevo nueve años en este club y no me había pasado algo igual", resume David Fernández, preparador blanquiazul. "Fue un detallazo, un gesto precioso. Los críos entendieron el gesto y se abrazaron en una imagen muy bonita, es la grandeza de los niños. Tienen que aprender de estas cosas", añade. Su colega andaluz comparte la idea: "Que conste que somos muy competitivos, pero premiamos al mejor. Y los nuestros aceptaron deportivamente sin rechistar".
El fútbol, inevitablemente, llevará a estos niños a aprender todo tipo de suspicacias. "Entre los profesionales no pasan estas cosas", afirma Chao. "Pero a mí no me gusta que un chaval aprenda lo malo. No me gusta que pierdan tiempo, que simulen, que se tiren al suelo. Son demasiado inocentes para que aprendan cosas raras". David Fernández, todavía contrariado, aplaude el guiño: "Es una manera preciosa de entender el fútbol. Mis jugadores están muy agradecidos y, aunque no lo celebraron como si hubieran ganado, se quedan con esa lección".

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